Modus operandi para tomarse una foto con Daniel F

Daniel F, el ícono del rock subterráneo capaz de vomitar canciones como “Por las sendas del pastel”, “En una invernal noche de surf” y “Al ramerío”, ha sido domesticado. Lo han domado el amor y los gatos callejeros que recoge para regalar. Ya no desentona líricas violentas y anarquistas ni intenta suicidarse como cuando tenía veinte años y acababa de formar una banda de culto llamada Leusemia. Ahora Daniel F se confiesa felizmente enamorado, vive en un lindo departamento de Miraflores y tiene un celular último modelo, como para terminar de desmitificar una leyenda que está empeñado en aniquilar desde 1995 (cuando editó con Leusemia el clásico A la mierda lo demás… asesinando el mito). Esta es la crónica de un aficionado a la música no comercial peruana que buscó al tótem mitológico del género, y encontró a un tipo tan urbanizado que podría ser tu vecino. Una demostración de que los ídolos no deberían ser conocidos.

Yo no entrevisté a Daniel F. Entrevisté a Daniel Valdivia, que es un tipo completamente distinto al anterior. Lo único que te diferencia del señor que entrevisté es que tú estás leyendo estas líneas y él no. Daniel Valdivia no es Daniel F. Me explico: Daniel F intentó suicidarse dos veces. La primera fue a los veinte años porque se sentía desencantado de la vida: no había acabado la secundaria, le apestaba la existencia y estaba convencido de que con el tipo de música que tocaba no llegaría demasiado lejos. La segunda fue en 1995, durante un concierto en el Sargento Pimienta de Barranco. Hacía diez años que había formado con su hermano Kimba Vilis y un amigo, Raúl Montañez, una banda de rock para simplemente, según él, expresar lo que sentían. Resultó que el grupo fue todo un suceso dentro de la primitiva escena underground limeña e, inconscientemente, creó una legión de correligionarios que los seguían hasta el mismo infierno si ahí se presentaban.

 Los párrafos anteriores constituyen la tentativa entrada de una crónica que pensaba escribir sobre el desmoronamiento del estandarte del rock subterráneo que, yo pensaba, era Daniel F. Al final, jamás terminé el texto. Nunca entendí por qué, pero durante un tiempo pensé que era porque dejaba Lima y, sobre todo, dejaba el diario que ilusamente creía podía publicar mi historia. Ahora, a la luz del tiempo que todo lo sabe y todo lo puede, me he dado cuenta de la desnuda verdad. Toda la investigación para elaborar mi crónica sólo era la parafernalia, el disfraz bajo el que se agazapaba en mi subconsciente la verdadera razón de todas mis pesquisas: quería conocer a Daniel F. Sí, quería conversar y ver de cerca al autor intelectual de la mayoría de himnos de mi adolescencia. Ahora sí, esta es la historia que quería contar (aunque hasta hace poco no lo sabía): cómo hacer para tomarse una foto con Daniel F.

El Unión Fest 

Era un concierto en la zona industrial de Los Olivos, detrás del populoso Mega Plaza. En las afueras de una discoteca abandonada, barrida para la ocasión, decenas de colegiales formaban manchas negras y rosadas desparramadas sobre veredas y pavimento. Adentro, el incesante pogo era un remolino de brazos y piernas que todo lo engullía con olor a sudor. Tocaba una banda de punk, para variar, de las trece que enumeraba el recorte periodístico que guardaba en el bolsillo trasero de mi jean. Mi primera sorpresa fue que la fanaticada emo estuviese compuesta esencialmente por púberes. La segunda, dantesca, fue que muchas de esas criaturas que volaban en medio de la vorágine pogera eran quebradizas adolescentes, que habían dejado de ser niñas  en la puerta del concierto.

Abrazadas a enamorados de peinados extraños y poseros, poniendo la espalda para no ser tan manoseadas, las chicas aguantaban con estoicismo todos los embates de los violentos empujones. Mi vieja ni siquiera imagina que estoy acá, me hace dando vueltas por el Mega Plaza, me dijo una de lúgubre maquillaje mientras descansaba en un rincón, con un vaso casi vacío de cerveza. Faldas escocesas sobre el muslo, púas en los antebrazos, rostros de vírgenes suicidas… Me cambio donde una amiga. De mi casa salgo vestida súper monse, confiesa cagándose de risa otra colegiala.

Es el turno de Daniel F, así que recién me atrevo a acercarme al escenario, pisando por primera vez la improvisada arena de empujones. Vendrá solo, así que tocará solamente sus canciones dulzonas y no habrá pogo. Me gustan los dos Daniel F, el violento y el kursi romanza. Prefiero, eso sí, al rabioso, pero qué se va a hacer.

Sale el hombre, y de inmediato le cae la ovación de celebridad subterránea. Se levantan las cartulinas con anuncios anti perreo, sobre los cuales bromea el F: “Seguro no te salen los pasitos, por eso no te gusta el perreo, huevón”. Arranca con El oso. Todos contentos corean la canción. Daniel toca su guitarra mientras esquiva con suerte las botellas de plástico que le lanzan desde el escenario. “Para subir a un escenario hay que tener huevos, carajo. Durante estos veinte años me han tirado botellas, latas de atún, manzanas, de todo. Pero aquí hay valentía conchesumadre”. Excelente performance, Daniel conmueve con sus lisuras enfáticas.

Casi famoso 

Todavía no se despedía el músico cuando un impresionante operativo de seguridad se puso en marcha. Esto me confirmó el estatus de estrella de la escena que ha adquirido Daniel F, sobre todo entre las nuevas generaciones que integran la movida. La gente se aglutinó en torno al cantante, pugnaba con desesperación por estar cerca de él, tocarlo, verlo de cerquita. El líder de Leusemia pasó, saludó y entró al backstage. En ese momento surgió la idea. No era descabellado: tenía una acreditación de periodista en mi billetera y a lo mejor, si la mostraba, podía lograr lo que nadie más a mi alrededor. Me desprendí de la masa con tanta tranquilidad que los guardaespaldas no intentaron siquiera detenerme. Sólo me miraron cuando mostré el plástico y les dije: quiero entrevistar a Daniel F.

A los pocos minutos, Aldo Toledo me hacía pasar al backstage y me presentaba al endiosado F. A Daniel se le notan ínfulas de celebridad, pero, si la gente lo ve así, ¿qué puede hacer el hombre? Sentados en la escalera de los bastidores, me di cuenta de que no tenía fotógrafo, grabadora ni preguntas para hacerle la entrevista. Así que simulé tener todo bajo control. “He venido para pactar una entrevista contigo”, le dije. Y lo hicimos: la siguiente semana lo llamé a su celular, me dio su dirección (para mi sorpresa, en Miraflores) y conversamos.

  Sí hay futuro y un (cómodo) lugar

En los días siguientes frecuenté jirón Quilca, guiado por un amigo que había escarbado bastante en ese sub mundo de seres incompletos y soñadores. Estuve en El Averno, tomé algunas cervezas en el Queirolo y constaté que la posera onda emo había tomado también parte del boulevard de la cultura, hasta algunos discos de Panda había a la venta. Me atreví a preguntar por Daniel F, aún sabiendo que la mayoría de habitantes de Quilca no eran precisamente sus hinchas.

“Es un vendido. Ese huevón se vendió y está bien, ahora ya vive de puta madre en un depa que le paga su mujer”. A Mario Calavera parecía joderle, según me contó, que Daniel F se emparejara con la hija de un acomodado médico, que fuese un vecino miraflorino y que se olvidara de los viejos tiempos cuando trabajaba de fumigador con su hermano y tocaban donde podían y como podían, sin cobrar nada más que unos centavos para el ron. Casi todas las personas con quienes pude conversar en uno de los últimos bastiones originales de la movida subterránea limeña me pintaron una imagen alienada y felona de Daniel F, como si fuese poco menos que un traicionero.    

La casa blanca

“Llámame cuando estés cerca para salir a verte, porque es un toque jodido llegar a la dirección”. Lo llamé desde un teléfono público y esperé en la esquina pactada. Sin atisbarlo, Daniel f ya estaba casi sobre mí, muriéndose de sueño, sin muchas ganas de dar una entrevista. Saludó a un vigilante que le abrió la puerta de un bonito edificio, presionó el botón del ascensor y nos hizo pasar delante de él.

Todo blanco, muchos lugares para posar la vista en el departamento de Daniel F. La sala muy ordenada, sólo un disco LP con unas vacas en la portada rompían la armonía de cada cosa en su lugar. Nos invitó a sentarnos en unos muebles de cuero blancos y aguardó mis preguntas. Volteé a mirar a María José, una amiga que me había acompañado, con cara de signo de interrogación, pues había olvidado mi listado de preguntas en el periódico. Empecé a improvisar con interrogantes sobre la evolución de la escena, sus comienzos en la música, su intensa biografía.

Las primeras cuestiones las respondió con una molestia memorizada, como si estuviese acostumbrado a contestar siempre lo mismo a las mismas preguntas. Pero, con el transcurrir de los minutos, Daniel F se sintió más cómodo, y la entrevista viró hacia la conversación. Con más distensión, el F contó anécdotas de su niñez, del increíble momento de su vida que estaba pasando, de la ansiada estabilidad emocional que había alcanzado con su novia, de cómo cuidaba todo lo que decía porque los chibolos que me siguen son muy influenciables

Daniel F destrozó esa tarde varias ideas preconcebidas que yo tenía de él, confesando desde su repudio hacia las drogas y su anhelo de algún día ser profesor, hasta su filantrópica costumbre de recoger gatos callejeros. Mientras lo hacía, yo miraba fijamente el pelo entrecano que se asomaba debajo de su gorra, los pliegues que surcaban su rostro al hablar, y comprendía que el tipo había madurado, para pesar de sus desencantados compañeros generacionales.

Anocheció y llegó su novia con unos amigos. Daniel sostenía en sus brazos un pequeño gato escuálido. Comprendí que dos horas de entrevista habían sido suficientes y le agradecí. Entonces llegó el momento: me coloqué a su lado, volteé hacia María José y una pequeña luz me golpeó la cara.

daniel-f-y-renato.jpg

~ por algopalcolesterol en May 31, 2007.

11 respuestas to “Modus operandi para tomarse una foto con Daniel F”

  1. Pasaria por todo eso y más para tener una foto con el…y or siacaso, los unicos vendidos aca son Wicho y Pelo Madueño.

  2. WA00o0U!yo tmb haria lo k sea x tenerlo a mi costado asi como tu….y si pues nosotros sus «xiolos» como nos dice somos recontra influenciables, y orgullosa d eso krajo! brother ers un suertudo …naaa suertudo no! supist aprovexar esa oportunidad!………pisast su hato LoMAxIMO!!!wo0o0O0
    Weno no imxta ke viva e miraflores = lo kiero !!!!!! eso es todo……..

  3. WoW!, una grande, es un icono del rock peruano, tuviste suerte man, que no daria por una joto con ese patita, lo maximo, hasta e soñado que me estaba ensañando a tocar guitarra XD.

  4. Muchos suelenkreer ke DF es un mito… un ser fuera de este mundo, pero es normal, es un pata komo kualkier otro, kon la excepcion de ke puede krear y transimitir a muchos lo kreado.

  5. no te creeria si no lo viera ,pero esta ahi, eres uno delos pocos afortunados ke cumple sus sueños si bien es cierto todos maduramos la escencia keda y eso es daniel f «EL GRANDE » «EL MAESTRO».

  6. hola si puedes ayudame a contactar con daniel para invitarlo a tocar a un festival con un concepto muy especial.

    dime algo al: info@thevjs.com

    gracias
    sandro

  7. lo maximo daniel f

  8. WoW!!.. me dejaste mas ke… volada.. definitivamente Daniel F es diferente a Daniel Valdivia… y ptm..!!.. los dos iual son dignos de admirar!!… De la PTM!! Daniel F … Por SiemprE!!!… Ksm!
    Atte. OtrA ChiboLa InfluenZiaBle,, xD!!

  9. ptm…nadaria desde iquitos hasta lima con tal de tomarme una foto con daniel, no c, queria ver si aca en iquitos podiamos hacer un festival de musica y bueno, ver si el quisiera venir a iquitos, porfavor, no podias darme su msn o yo te doi el mio y me hablar por hotmail. por que mi msn no me sirve ahora mismo, pero quisiera hablar con el, seria, lo maximo, tantas cosas que quisiera preguntarle, este hombre fue un ejemplo para mi, me saco de duras penas, me hizo recapasitar con su vida, es un maestro para mi

    por favor, en serio, te lo ruego, por favor, mi coreo es fiorellanto@hotmail.com espero tu respuesta porfavot

  10. Por arriba lei que Daniel F es un trovador, jajajaja eso solo lo puede decir alguien que jamas escucho trova.

    Por otro lado aca todos estos niñatos que apenas llegan a los 25 años o menos, reverencian a Daniel F sencillamente por que no saben la verdad de el. Se hacia llamar un radical recalcitrante y toda su popularidad la gano precisamente despotricando contra el sistema, pero el dia que el sistema le puso dinero en la cara se abrio de piernas, hipocrita y vendido. F de falso.

    El ahora se hace el imbecil que jamas fue asi, pues su misma musica lo vende, solo les dejo una de tarea: Averiguen la historia de la cancion: «Pedro Marmaja». Daniel F esuna puta vendida.

  11. Dan verguenza ajena esos comentarios, la escena está jodida con tanto púber

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